Es duro
ser hereje
Fecha: 15 Oct 2003
EMPAR MOLINER
EL PAÍS | Cataluña - 15-10-2003
Un día que no echaban nada
bueno por la tele, me hice apóstata. Lo de apostatar -darse de baja de la
Iglesia católica- me solucionó mucho la mañana, porque incluía una charla
con un sacerdote que quiso convencerme de que no me borrara y de que, si me
borraba, al menos no me hiciera musulmana. (Le dije que no se preocupara,
que si me borraba de la Iglesia católica -que es la verdadera- no sería para
convertirme en infiel). El caso es que ahora soy oficialmente atea, y eso
también comporta deberes morales. Por ejemplo, ir al acto de creación de la
Liga por la Laicidad, una plataforma para impulsar el laicismo. Nace el día
en que se conmemoran 94 años del fusilamiento del librepensador Ferrer i
Guàrdia, que fundó la Escuela Moderna. Me visto, me pongo los pendientes
con el crucifijo y pienso, contrariada, que me voy a perder al Papa, que
salía otra vez en el telediario de la Primera.
El mundo ateo me recibe con emoción al ver que vengo en acto de servicio,
acostumbrado como está a que no le haga caso ni Dios (con perdón). Los
principales impíos de la asociación Ateus de Catalunya me cuentan que el
acto consistirá en la firma de un documento por parte de las 12 entidades
que integrarán la plataforma. Doce entidades, calculo, son 12 discursos; a
cinco minutos por discurso, suman una hora. Pero todo sea por la causa. A
ver si logramos que los escolares que no quieran hacer ni la asignatura de
"religión" ni la de "hecho religioso" puedan optar por
la asignatura de "sexo" o "hecho sexual". O por la de
"fútbol" o "hecho futbolístico". (Porque, para algunas
personas, el sexo y el fútbol son tan importantes como la religión para
Pilar del Castillo.)
Me siento entre el público, al lado de una anciana hereje que luce una
chapa en el abrigo: "Religió a l'escola? No, gràcies", pone. La
mujer comenta con una amiga las diferencias entre las clases de religión y
las de hecho religioso. Pongo la oreja y creo entender que son las mismas
que habría entre un preservativo y un condón. Un hombre con barba
puntiaguda de Lenin le dice a otro: "Aquí no hay más cera que la que
arde", pero supongo que no se refiere a la cera de un cirio pascual,
sino a la cera de una vela laica, de esas que te encuentras en los
restaurantes finolis. Cuando faltan tres minutos para que empiece el acto,
los que van a firmar se saludan. Se colocan tras la mesa presidencial, en
dos filas. No hay ninguna mujer entre ellos, así que, por un momento, me
imagino que estoy en una misa. El portavoz de los laicos, Vicenç Molina,
sube a lo que sería el púlpito. Dice que Ferrer i Guàrdia era un cachondo
que habría querido que le hicieran una conmemoración no nostálgica.
Mientras habla, miro a los ponentes. Uno de ellos lleva el discurso escrito
en un papel de color crema, con el que se abanica. Otro, el presidente del
Gran Orient de Catalunya, no deja de apuntar cosas en un carné de notas,
pequeño. Los dos líderes sindicales, Joan Coscubiela, presidente de la Comissió
Obrera Nacional de Catalunya, y Josep Maria Álvarez, secretario general de
la Unió General de Treballadors, charlan en plan buen rollo obrero.
Álvarez, por cierto, luce unas patillas espectaculares. Luego, Vicenç
Molina nos advierte de que los ponentes van a hablar "en estricto
orden alfabético de apellidos", y eso me da que pensar. ¿Como sería un
orden alfabético que no fuese estricto? Supongo que Coscubiela le podría
decir a Álvarez: "Mira, Álvarez, tu apellido empieza por a y el mío
por ce, pero sal tú primero, no seamos estrictos".
El caso es que Álvarez habla en segundo lugar. "Bona tarda-nit",
saluda. Eso me perturba. La tarde es la tarde y la noche es la noche, y
ahora mismo, que son las ocho en punto, no puede ser tarde y al mismo
tiempo noche. Noto sus ojos clavados en los míos mientras dice: "Fa 94
anys que Ferrer i Guàrdia va ser afusellat". Al cabo de un apellido
más, le toca a Coscubiela: "Bona tarda, amics i amigues", saluda.
Por suerte se le olvida la corrección política enseguida y, al cabo de
nada, ya habla de manera normal. Pero, no sé... Me esperaba un saludo más
clásico. Un: "¡Compañeros!". Es la costumbre. Ver a Álvarez o a
Coscubiela ante un micrófono siempre me hace sentir ganas de ir a la
huelga. La mayoría de los ponentes optan por decir "amics i
amigues", pero Genís Morillas, el presidente de la Gran Lògia de
Catalunya i Balears, supera a todo el mundo con un ¡más correcto todavía!
Su saludo es "amigues i amics". Carles Martínez, el portavoz de
la Unió Sindical de Treballadors de l'Ensenyament de Catalunya, comete un
error que tiene su gracia. Habla del "Estado españal". Y durante
todo el rato no dejo de oír "berlusconización",
"transversalidad", "poner sobre la mesa", "matizar
algunas ideas que ya se han expuesto" y, claro, "diversidad".
Después, sale otra vez el oficiante. Nos anuncia que el guitarrista Halldór Mán Stefánsson
interpretará la composición Llum, de Eduard Rodés, en homenaje a Ferrer i
Guàrdia. Es un estreno mundial. El artista afina y se coloca una
especie de tapete en la pierna, para que la guitarra descanse en ella. Si
hubiera un ser supremo, ahora Halldór miraría la foto de Ferrer i Guàrdia
que hay en la pared, nos miraría a nosotros y empezaría a cantar: "Di,
papá, ¿dónde está el buen Dios...?".
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